El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones desafiantes. Sin embargo, no todo el estrés es negativo. De hecho, existen dos tipos de estrés que afectan de manera diferente a nuestra salud y productividad. Conocerlos puede ayudarte a gestionar mejor tus niveles de tensión y mejorar tu bienestar diario.
El estrés positivo, también conocido como eustrés, ocurre cuando el individuo interactúa de manera óptima con sus factores de tensión. En estos casos, el estrés se convierte en un aliado, ayudando a la mente y el cuerpo a alcanzar el equilibrio, la motivación y la creatividad.
Por ejemplo, sentir nervios antes de una presentación importante puede mejorar tu enfoque y desempeño. En el ámbito laboral, este tipo de estrés puede impulsarte a cumplir objetivos y superar desafíos con energía y determinación.
Por otro lado, el estrés negativo, o distrés, es perjudicial para el bienestar. Ocurre cuando las exigencias superan la capacidad de respuesta de la persona, generando una sobrecarga física y psicológica. Esto no solo disminuye la productividad, sino que también puede provocar enfermedades y acelerar el envejecimiento.
Las causas del estrés negativo son diversas, desde un mal ambiente laboral hasta problemas familiares o económicos. Sus efectos pueden manifestarse en agotamiento, ansiedad, insomnio y una disminución del rendimiento en el trabajo.
El estrés puede originarse por distintos factores, que se agrupan en cuatro categorías principales:
Psicosociales:
Biológicos: Enfermedades, obesidad, consumo de medicamentos o la falta de ejercicio.
Ambientales: Exposición prolongada a ruido, contaminación, temperaturas extremas o falta de luz natural.
Químicos: Consumo excesivo de alcohol, tabaco y drogas.
El impacto del estrés no solo afecta la salud individual, sino también el desempeño de toda una organización. Las principales consecuencias dentro del ámbito laboral incluyen:
Deterioro del clima laboral: Un ambiente tenso y poco colaborativo reduce la motivación y el compromiso de los empleados.
Aumento del ausentismo: El estrés prolongado puede derivar en enfermedades físicas y emocionales que aumentan las ausencias en el trabajo.
Baja productividad: La fatiga, la falta de concentración y la desmotivación reducen la eficiencia y la calidad del trabajo.
Problemas en las relaciones interpersonales: La irritabilidad y el agotamiento pueden generar conflictos con compañeros y superiores, afectando el trabajo en equipo y la comunicación.
Gestionar el estrés es clave para mantener un equilibrio entre la vida personal y profesional. Algunas estrategias efectivas incluyen:
En un mundo laboral cada vez más exigente, entender y gestionar el estrés se vuelve fundamental para garantizar el bienestar y la productividad.
¿Cómo está afectando el estrés a tu día a día? Es momento de tomar acción y apostar por un ambiente laboral saludable y equilibrado.
Gestionar el estrés de manera efectiva es clave para mantener un equilibrio saludable entre la vida personal y profesional. Si bien el estrés positivo puede ser una poderosa fuente de motivación y productividad, el estrés negativo puede tener graves consecuencias para nuestra salud y desempeño laboral.
Es fundamental reconocer qué tipo de estrés estamos experimentando y cómo podemos gestionarlo de manera adecuada para optimizar nuestro bienestar y el de nuestro entorno.
Si deseas aprender más sobre cómo manejar el estrés y mejorar el bienestar integral en el ámbito laboral de tus colaboradores, te invitamos a nuestro webinar exclusivo para líderes y directores de Recursos Humanos “La nueva pandemia silenciosa: El estrés”, que se llevará a cabo el 27 de marzo.
En este espacio, exploraremos técnicas y estrategias para gestionar el estrés y mejorar el bienestar de los colaboradores, 👇 ¡NO TE LO PIERDAS! 👇